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lunes, 22 de julio de 2013

20 de julio: Los colombianos en el exterior también tenemos derecho

Columna para ChileAjeno y para el periódico impresoChile Inmigrante, distribuido en las regiones de Coquimbo, Valparaíso y Metropolitana.


Por Wilson Charry

Hace algunos días en mi cuenta de Facebook, alguien desde Colombia me hizo el desagradable comentario: “Yo veo que tú no vives en esta hermosura de país y al parecer tampoco sabes lo que pasa…Pelea por tu Chile”, refiriéndose a mi punto de vista político de Colombia, el cual no vale pena ahondar en este momento.

Al principio, pensé que esa persona estaba bromeando; nunca pensé que alguien pudiera reflexionar de una forma tan troglodita. Pero si, hablaba en serio y muy en serio. De alguna manera me estaba reclamando por el hecho de haber salido de mi terruño. Me reclamaba porque según él, ya había perdido el derecho de estar informado y sobre todo el derecho de opinar sobre mi país, porque en algún momento de mi vida decidí emigrar. ¿Cuáles fueron mis razones para viajar?, tampoco vale la pena hablar de ese punto y por ahora también me las reservo, pero tengo mis razones como las tiene cada uno de los que decidió partir.

Pero si, palabras más, palabras menos, le recordé que aquellos ciudadanos colombianos que estamos rondando por el mundo, conservábamos de manera intacta el derecho de estar informados, de opinar, e incluso hoy, después de unos días y con la adrenalina en calma, le puedo agregar una más: la de celebrar.

Ahora que se acerca el 20 de julio, fecha en que le soplamos las velitas a nuestra querida Colombia, nosotros los “cafeteros”- como nos llaman en algunos rincones del mundo, tenemos la libertad de celebrar por todo lo alto, aprovechando el patriotismo que desbordamos cuando estamos fuera.

Seguramente en Chile, muchos de los casi 25 mil compatriotas que se integraron a esta sociedad austral, sacarán la bandera tricolor, algunos su sombrero vueltiao, su poncho, su carriel; algunos bailarán vallenato, salsa y otros hasta currulao.

De día, lo harán los niños que desde pequeños les enseñan que a pesar de estar a kilómetros de su nación, también se canta el himno nacional y que a veces hay que portar la camiseta amarilla de la selección. Incluso, los que nacieron en Chile con padres colombianos o de nacionalidades mixtas, pero que comen arepa, aunque sea de Harina Pan. Los pequeñitos también tienen derecho.

De noche, los adultos. En esta ocasión, no vamos a querer saber del Pisco – ya sea chileno o peruano , el baile será con ron o aguardiente; no comeremos completos ni empanadas de harina, sino tamales o hasta sancocho de gallina.

Se nos saldrá por los poros lo Pacífico, lo Andino y lo Caribe, a pesar que a muchos en medio de la rumba, el apogeo y el jolgorio se les salga la frase: “Nosotros somos colombianos berracos poh”, mientras se abraza con el amigo que acaba de conocer, sin recordar que ése que abraza, es venezolano o chileno; no importa, lo importante es abrazar y festejar. Si, también tenemos derecho.

En esta fiesta, no importarán las clases sociales; estarán juntos el médico, el albañil, el garzón, el odontólogo y las asesoras del hogar. No sé si al día siguiente seguirán en contacto, pero en aquella fiesta todos bailarán y cantarán de igual a igual “Pa’ Maité” de Carlos Vives y “Cali Pachanguero” del Grupo Niche.

En las distintas fiestas organizadas de norte a sur, por todo el país, no les cabrá una alegría más. Estarán repletas de coterráneos, e incluso de otras nacionalidades que no se quieren perder el popular agasajo. Eso sí, la mayoría con el alargue hasta las cinco de la mañana e incluso, pensando desde la entrada dónde va a ser “el remate”.

Si, tenemos derecho a todo eso y a mucho más: a opinar, a celebrar, a votar, a criticar a nuestros políticos en Colombia – incluso los de Chile, a reírnos, a sacar nuestras banderas, a rumbear, a conservar nuestros acentos y modismos, a cambiar nuestros acentos y adoptar unos nuevos modismos, a ser de izquierda, de derecha o de centro porque suena más bonito, tenemos el derecho a quedarnos toda la vida por fuera de Colombia…e incluso, también tenemos el derecho a regresar cuando queramos.

Somos y seguiremos siendo colombianos aquí y en la Conchinchina. El tener el pasaporte vino tinto, nos da ese privilegio. Incluso, aquel que por alguna razón u otra, tuvo que cambiarlo por otro color… si lleva a su país en el corazón, también tiene derecho.

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